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La Degeneración Macular Asociada a la Edad es la enfermedad ocular que afecta a la parte central de la retina y que está relacionada con la edad. Es importante el diagnóstico precoz para llevar a cabo un tratamiento correcto.

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La DMAE y sus tipos

La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad degenerativa que afecta a la mácula, es decir, a la zona central de la retina, responsable de la nitidez de la visión y de que veamos con claridad los pequeños detalles. Por tanto, la mácula se encarga de la agudeza visual y es muy importante para realizar las actividades diarias.

Esta patología afecta a personas mayores de 50 años y es la causa más común de disminución severa de visión en el mundo occidental. En España la padecen unas 700.000 personas, el equivalente al 1,5 % de la población de nuestro país. Al estar muy relacionada con el envejecimiento, se estima que será una de las enfermedades asociadas a la ceguera que más crecerá en los próximos años, debido al incremento de la esperanza de vida.

Existen dos formas en las que puede manifestarse la DMAE:

  • DMAE seca o atrófica: es el tipo de DMAE más frecuente. Tiene una evolución lenta y progresiva a lo largo del tiempo (pueden ser años).
  • DMAE húmeda o exudativa: este tipo es más agresiva y rápida en su evolución (meses, semanas o incluso días). Sin el tratamiento adecuado puede producir una pérdida de la visión central.

Síntomas de la DMAE

La DMAE no suele producir dolor ni ninguna molestia, salvo la afectación de la visión central, pero sí que pueden aparecer los siguientes síntomas:

  • Pérdida brusca de visión.
  • Aparición de una mancha negra en medio del campo visual.
  • Visión de líneas rectas distorsionadas.
  • Deformación o alteración del tamaño de las imágenes.
  • Mayor sensibilidad a la luz.
  • Visión borrosa.

La DMAE puede afectar seriamente al día de día de quien lo padece, ya que puede provocar problemas para reconocer rostros, leer, escribir, ver la televisión, bajar escaleras o realizar diferentes tareas de precisión, entre otros. Por este motivo, se recomienda acudir al oftalmólogo en cuanto se perciba alguno de los síntomas descritos para recibir tratamiento lo antes posible.

Causas y factores de riesgo de la DMAE

Como hemos comentado, la DMAE está relacionada con el envejecimiento, por lo que la edad es el principal factor de riesgo. No suele aparecer antes de los 50 años y su incidencia aumenta con el paso del tiempo. Por ejemplo, en los mayores de 75 años la probabilidad de padecerla se multiplica.

No obstante, existen otros factores de riesgo:

  • La predisposición genética: puede haber un componente hereditario y la probabilidad de padecerla aumenta si tienes un familiar de primer grado que también la tiene.
  • Patologías asociadas, como la obesidad, el colesterol alto, la hipertensión arterial, la diabetes o enfermedades cardiovasculares.
  • El tabaco.
  • La exposición directa y prolongada al sol.
  • El déficit de antioxidantes en la dieta.
  • Determinados condicionantes oculares, como la hipermetropía o una cirugía de catarata previa.

Tratamiento de la DMAE

Es importante el diagnóstico precoz para prescribir un tratamiento adecuado, que variará según el tipo de DMAE que presente el paciente:

  • La DMAE seca actualmente no tiene un tratamiento efectivo, ya que una vez que las células del ojo se han destruido no hay, de momento, ningún tratamiento para poder renovarlas.
  • Por otra parte, la DMAE húmeda se puede tratar con inyecciones intravítreas (entre 5 o 6 al año) para ralentizar o incluso detener la progresión de la enfermedad. Es un tratamiento que no precisa de ingreso hospitalario.

Prevención de la DMAE

Como en todas las enfermedades oculares, la prevención es fundamental, ya que puede hacer disminuir la probabilidad de padecer DMAE, por lo que es recomendable acudir a las revisiones periódicas del oftalmólogo. Asimismo, tratar de evitar los factores de riesgo anteriormente citados:

  • Seguir una dieta saludable, rica en vitaminas y antioxidantes E y C, y en ácidos grasos omega-3.
  • Dejar de fumar.
  • Llevar un buen control de otras enfermedades (hipertensión, diabetes, arterioesclerosis, etc.)
  • Practicar ejercicio con regularidad.
  • Prevenir la exposición prolongada a la luz utilizando gafas de sol

 

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