La retina es esencial para la visión. Su función principal es captar la luz y enviar señales al cerebro para interpretar imágenes. Es por esto que las enfermedades que afectan a la retina representan una preocupación importante, ya que pueden comprometer seriamente la capacidad de una persona para ver con claridad y realizar actividades cotidianas.
Anatomía y función de la retina
La retina, una capa delgada de tejido neurosensorial, se encuentra en la parte posterior del ojo y desempeña un papel fundamental en el proceso visual. Compuesta por células especializadas, incluidos los bastones y los conos, la retina tiene la función de captar la luz que ingresa al ojo y convertirla en señales eléctricas. Estas señales son luego transmitidas al cerebro a través del nervio óptico, donde se interpretan como imágenes visuales.
En el centro de la retina se encuentra la mácula, una pequeña área que proporciona la visión central y la nitidez necesarias para actividades detalladas como leer o reconocer rostros. La retina también contiene vasos sanguíneos que suministran nutrientes y oxígeno a las células nerviosas, manteniendo así su funcionamiento y salud.
Cualquier alteración en la estructura o función de la retina puede tener un impacto significativo en la calidad de la visión de una persona.
Enfermedades y trastornos de la retina más frecuentes
Las enfermedades de la retina son alteraciones que afectan al tejido nervioso que recubre el interior del ojo y capta las imágenes que transmite al cerebro a través del nervio óptico.
A continuación, presentamos las más relevantes por su frecuencia o severidad.
Desprendimiento de retina
El desprendimiento de retina es una condición grave en la que la retina se separa de su posición normal en la pared posterior del ojo. Esto interrumpe el flujo de sangre y oxígeno a las células sensibles a la luz de la retina, lo que puede causar pérdida de visión si no se trata rápidamente.
Las causas del desprendimiento de retina pueden variar, desde el envejecimiento y el adelgazamiento natural de la retina hasta lesiones o tracción ocular. Los síntomas pueden incluir la percepción de destellos de luz, moscas volantes y una sombra oscura en el campo de visión.
El tratamiento para el desprendimiento de retina generalmente implica cirugía para volver a colocar la retina en su posición correcta y sellar cualquier desgarro o agujero que pueda estar presente.
Sin embargo, el éxito del tratamiento depende en gran medida de la rapidez con la que se diagnostica y se aborda la condición. En casos severos, el desprendimiento de retina puede provocar pérdida permanente de visión si no se trata a tiempo.
Desgarro de la retina
Un desgarro de retina ocurre cuando hay un desprendimiento parcial o completo de la retina de la capa subyacente del tejido ocular.
Esta condición puede ser el resultado de un trauma ocular, cambios en el vítreo (gel transparente que llena el ojo) o por la tracción de la retina debido a trastornos como la miopía alta.
Los desgarros de retina pueden ser asintomáticos en sus etapas iniciales, pero a medida que progresan, pueden manifestarse como la aparición súbita de moscas volantes, destellos de luz o una sombra oscura en el campo visual. Estos síntomas deben ser evaluados rápidamente por un oftalmólogo para prevenir el desprendimiento completo de la retina.
El tratamiento para los desgarros de retina generalmente implica procedimientos quirúrgicos, como la fotocoagulación con láser o la crioterapia, para sellar el desgarro y prevenir el desprendimiento completo de la retina. En algunos casos, puede ser necesaria una vitrectomía para reparar la retina y eliminar cualquier tracción o trastorno subyacente.
Retinopatía diabética
La retinopatía diabética es una complicación ocular causada por la diabetes que afecta los vasos sanguíneos de la retina. Se desarrolla cuando los niveles elevados de azúcar en la sangre dañan los pequeños vasos sanguíneos de la retina, lo que puede llevar a la pérdida de visión si no se trata.
Existen dos tipos principales de retinopatía diabética: no proliferativa y proliferativa.
- Retinopatía diabética no proliferativa: es la forma inicial de la enfermedad, donde los vasos sanguíneos de la retina comienzan a debilitarse y presentar pequeñas áreas de hinchazón.
- Retinopatía diabética proliferativa: los vasos sanguíneos anormales crecen en la retina, lo que puede provocar hemorragias y desprendimiento de la retina.
Los síntomas de la retinopatía diabética pueden incluir visión borrosa, manchas oscuras en el campo visual y dificultad para ver de noche.
El tratamiento puede incluir el control estricto de los niveles de azúcar en la sangre, así como procedimientos como la fotocoagulación con láser o la cirugía para detener el sangrado y preservar la visión.
Degeneración macular
La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad ocular que afecta a la mácula, la parte central de la retina responsable de la visión detallada y central. Es la principal causa de pérdida de visión en personas mayores de 50 años.
Existen dos tipos principales de DMAE: la forma seca y la forma húmeda.
- La DMAE seca se caracteriza por la acumulación de depósitos de desechos en la mácula, lo que lleva a la pérdida gradual de la visión central.
- La DMAE húmeda, menos común pero más grave, se desarrolla cuando se producen vasos sanguíneos anormales debajo de la mácula, lo que puede provocar hemorragias y cicatrices.
Los síntomas de la DMAE pueden incluir visión borrosa, distorsionada o áreas oscuras en el campo visual central.
Si bien no existe cura para la DMAE seca, la DMAE húmeda puede tratarse con inyecciones intravítreas (entre 5 o 6 al año) para ralentizar o incluso detener la progresión de la enfermedad.
Retinosis pigmentaria
La retinosis pigmentaria es un grupo de enfermedades genéticas que afectan a la retina y que se caracterizan por la degeneración progresiva de las células fotorreceptoras, los bastones y los conos. Esta degeneración gradual puede dar lugar a la pérdida de visión nocturna, la reducción del campo visual periférico y, en etapas avanzadas, a la pérdida de la visión central.
La retinosis pigmentaria suele tener un componente hereditario, pero también puede presentarse de forma esporádica. Los síntomas suelen manifestarse en la adolescencia o en la edad adulta temprana, y pueden variar en severidad dependiendo de la mutación genética específica.
Actualmente, no existe un tratamiento para la retinosis pigmentaria. El manejo de esta enfermedad suele implicar el uso de dispositivos de ayuda visual y la atención multidisciplinaria para abordar las necesidades específicas de cada paciente y mejorar su calidad de vida.
Membrana epirretiniana
La membrana epirretiniana es una condición en la que se forma una capa delgada de tejido fibroso en la superficie de la mácula. Esta membrana puede desarrollarse como resultado del envejecimiento, la contracción del vítreo o como una complicación de ciertas enfermedades oculares, como el desprendimiento de retina. Cuando la membrana epirretiniana se contrae, puede distorsionar la superficie de la mácula y afectar la visión central.
Los síntomas de la membrana epirretiniana pueden incluir visión borrosa, distorsionada o áreas oscuras en el campo visual central. En algunos casos, la condición puede ser asintomática y solo detectarse durante un examen ocular de rutina.
El tratamiento de la membrana epirretiniana puede variar según la gravedad de los síntomas y el impacto en la visión del paciente. En algunos casos leves, puede no ser necesario ningún tratamiento, mientras que, en casos más graves, puede requerir cirugía para eliminar la membrana y restaurar la visión.
Agujero macular
El agujero macular es una afección ocular que afecta la mácula. Se caracteriza por la presencia de un pequeño orificio en la mácula, lo que puede provocar una disminución significativa en la visión central.
Los agujeros maculares pueden desarrollarse como resultado del envejecimiento natural del ojo, el desprendimiento de retina, el trauma ocular o como una complicación de ciertas enfermedades oculares, como la retinopatía diabética.
El tratamiento del agujero macular puede variar dependiendo del tamaño y la gravedad del agujero, así como de la presencia de síntomas. En algunos casos, puede no ser necesario ningún tratamiento, ya que el agujero puede cerrarse por sí solo con el tiempo. Sin embargo, en casos más graves, puede ser necesaria una cirugía para cerrar el agujero y restaurar la visión. Es fundamental una evaluación de un oftalmólogo para determinar el mejor enfoque de tratamiento para cada paciente.
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